Por: César E. Pérez
Si claro,
búrlate del desesperado y su ilusión,
sin notar como se desangra a cada momento,
ríete en su cara.
Dale una mirada descarada y guíñale,
alienta sus estúpidos anhelos, quiébralos,
y alimenta con ellos tu gran ego.
Déjate besar en al aire
y que él sienta sólo tu calor y tu perfume,
acércale tu cadera y que vea tus pechos encendidos,
después, sonrojada, aléjate de sus ganas.
Por supuesto,
rózalo como a una alimaña,
enciende su vibración y su deseo
y como todo lo tuyo, échalo a la basura.
Una vez terminada tu obra
siéntate a observarla y reconocerla,
y una vez que identifiques su significado
llora.
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Gracias por el interés en las letras amorosas de la poesía.