palabras llanas, pues difícilmente las
letras podrían capturar ese mágico
potaje de sensaciones, aromas,
emociones e impulsos carnales.
Guardar, atesorar ese momento es lo
que procede, nada más allá
es comparable, nada más allá
es concebible, todo lo que venga después
no alcanza a ser igualable, ni reúne
las capacidades y cualidades de esos
instantes.
La fragilidad de su cuerpo sólo es
comparable a la ternura de los ojos; la
firmeza de la piel es igual a la turgencia
de sus labios; la brevedad de su talle
sólo tiene un símil en la gracilidad del
cuello; la tersura de la espalda
encuentra parangón en la superficie de
sus muslos; el tacto de sus manos sólo
es emulado en calidez por los pies; la
suavidad del pelo y el hombro está
presente en su Monte de Venus
y sus labios vulvares; las mejillas
de terciopelo nada más son superadas
por la maravilla de sus nalgas.
¿Qué puede haber tras estar en esos
recovecos? La vida adquiere
sentido después de percibir el aroma de
sus axilas, de sentir el sabor de las
ingles, de libar la miel de sus pechos, de
beber los jugos de la vagina.
Es insensato querer expresar en palabras
el cúmulo de expresiones amorosas ahí
reunidas, el describir la intensa carrera
de una lengua incansable empeñada en
tocar y repasar cada poro, cada vello,
cada rincón del cuerpo y de la boca; el
camino que toma cada perla de sudor
hasta extinguirse en la ardiente brasa de
la pasión; observar y sentir el tremor del
ombligo que se acompasa con lo
entrecortado de la respiración.
Menos aún es posible imprimir imágenes
que revelen el color que nos baja desde
el cuello hasta nuestras zonas más
placenteras, que muestren el calor que
irradian los ojos cuando cruzan miradas y
ven los espacios del deseo, que
enseñen los gestos de profunda
satisfación al sentir el toque de sus
labios en la punta del glande, que pueda
dar cuenta de la forma en que se sube
al barco de la emoción cuando ella
lame el varonil pecho, del momento
que se dejen oír los ayes placenteros
de ella cuando la lengua juega con
su clítoris y vulva.
En una insensatez querelo poner en
palabras llanas, querer explicar el momento
del éxtasis, jamás las letras podrán capturar
ese mágico potaje que se genera en los momentos
del piel a piel, del cuerpo a cuerpo.
Hermoso Cesar
ResponderEliminarcomo siempre
me place leerte
genera en mi
bellas sensaciones.
Besos y abrazos