Por: César E. Pérez
Si te preguntas por qué te extraño,
sólo léeme en las noches de luna.
Te grito que te amo
porque sé que no me escuchas.
Cuando mis ojos saborean tu figura,
lo hago impune ante la creciente distancia.
Líneas lacrimosas delinean la vía
en que se pierden mis intenciones.
Te tuve alguna vez
como efímera mariposa
que sucumbió ante la fuerza desmedida.
Las nubes, entonces,
nunca se alcanzaron por la pérdidas de esas alas.
Hoy estás como el éter en mi nariz
prendida a mi alma.
Ajenas fueron las tempestades
que ahogaron las pretensiones,
tristes los resultados de la desgraciada sobrevivencia.
Bifurcaciones malditas
aniquilaron las ideas de futuro re coincidente,
la existencia cierra, a cada momento,
más la puerta.
¿Qué más hacer?
Lo mismo desde que el horizonte
ya no te pintaba...
Extrañarte, gritarte, saborearte, delinearte...
Y ante lo cierto... suspirarte...
Si te preguntas por qué te extraño,
sólo léeme en las noches de luna.
Te grito que te amo
porque sé que no me escuchas.
Cuando mis ojos saborean tu figura,
lo hago impune ante la creciente distancia.
Líneas lacrimosas delinean la vía
en que se pierden mis intenciones.
Te tuve alguna vez
como efímera mariposa
que sucumbió ante la fuerza desmedida.
Las nubes, entonces,
nunca se alcanzaron por la pérdidas de esas alas.
Hoy estás como el éter en mi nariz
prendida a mi alma.
Ajenas fueron las tempestades
que ahogaron las pretensiones,
tristes los resultados de la desgraciada sobrevivencia.
Bifurcaciones malditas
aniquilaron las ideas de futuro re coincidente,
la existencia cierra, a cada momento,
más la puerta.
¿Qué más hacer?
Lo mismo desde que el horizonte
ya no te pintaba...
Extrañarte, gritarte, saborearte, delinearte...
Y ante lo cierto... suspirarte...
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Gracias por el interés en las letras amorosas de la poesía.